Decidí empezar algo nuevo. Cada semana escribiré algo sobre distintas posturas para que así también puedan ir conociendo como se llama cada una y sus beneficios, así como un poco de mi historia e interacción con cada postura porque, yo también empecé desde cero con el yoga y cada quien tiene sus propias dificultades y avances.
Para esta semana escogí la postura del arco, o en sánscrito Urdhva Dhanurasana. En estos momentos de mi vida podría decir que es de mis posturas favoritas (tengo muchas más) pero esta fue la primera en la que pensé. Creo que es una muy buena postura para empezar la semana justamente por la manera en la que te hace sentir, lleno de energía y listo para cualquier cosa.
Cada vez que hago esta postura siento como mi cuerpo se llena de energía, me siento vital y me da una sensación de empoderamiento; es excelente para fortalecer los brazos, piernas y trabajar con la agilidad de tu cuerpo ya que es una postura demandante, tanto energéticamente como físicamente. El hecho de empujarte con los pies y las manos desde el piso y lograr elevar todo tu cuerpo requiere de mucho esfuerzo y concentración, sobretodo para hacer cada acción correcta y no lastimarte, además de que con cada movimiento vas profundizando más en la apertura del pecho y esto hace que te llenes de energía. Yo siempre pienso que estoy respirando energía y el objetivo es abrir el cuerpo hacia el universo.
En esta postura, lo que considero que es lo más difícil es coordinar la fuerza de los brazos y piernas para poder hacer una postura equilibrada, o sea, que no cargue más fuerza en las piernas que en los brazos o viceversa. Esa coordinación es de lo más difícil, pero ayuda a la concentración y olvidarte de todos tus problemas, porque realmente en lo único que estás pensando es en mantener el equilibrio. Pero la segunda parte de la postura que se me dificulta es profundizar en el alargamiento de la columna al mismo tiempo que abres el pecho, ya que son dos movimientos diferentes, pero repito, la concentración y fe en ti misma es lo que más necesitas.
Si hablamos de los beneficios de la postura creo que puedo empezar diciendo que es una postura que te da vitalidad y ¡felicidad claro!, por todas las endorfinas producidas mientras están haciendo este ejercicio, contrarrestando la depresión. Además de esto, extiende el pecho y los pulmones lo que permite que entre más aire purificando al cuerpo y revitalizándolo, fortalece los brazos y muñecas, piernas y tobillos, así como el abdomen y los glúteos (para los que busquen ejercicios de fuerza en estas partes es ideal).
En cuanto a la columna vertebral realmente es una postura que ayuda a que se fortalezca y así evites varios problemas de espalda. Por último, estimula la glándula de la tiroides, que se encarga de regular el metabolismo del cuerpo y la glándula pituitaria que se encarga de segregar hormonas encargadas de regular la homeostasis.
La primera vez que hice esta postura fue muy diferente a como la hago ahora, de hecho antes la hacía miles de veces pero realmente nunca pensaba en la postura solo la hacia y buscaba que me saliera perfecta. Esto fue cuando bailaba ballet y la hacíamos porque teníamos que fortalecernos o en coreografías pero para mi la primera vez que la hice bien, consciente de cada movimiento, cada elemento que utiliza Iyengar para comprender la postura, fue en una de mis primeras clases de yoga. Se que fue diferente porque en lugar de sentir compresión en mis lumbares sentí una gran extensión a causa de la forma en la que el pecho se abre cuando trabajas de manera correcta el equilibrio de la fuerza entre brazos y piernas. Además, el método Iyengar te pide estar consciente al momento de realizar todas las acciones de preparación y de esta manera realmente puedes sentir la postura y una diferencia en tu cuerpo.
¡Excelente para hacerla cada mañana y recibir toda la energía y buenas vibras que necesitas!