Asana es firmeza corporal perfecta, estabilidad de inteligencia y benevolencia de espíritu (Yoga Sutra II.46).
Al practicar nuestras posturas, debemos realizarlas con mucha atención para lograr firmeza y estabilidad en cada una de ellas. En esta atención podremos observar los cambios en la tensión, alargamiento, estiramiento de músculos, piel, órganos, células, nervios; descubriremos que se abren espacios en el cuerpo que antes no reconocíamos. Nuestro cuerpo y mente se encuentran y cooperan, y es cuando podemos decir que ambos están en armonía, que el esfuerzo se traduce en un sin esfuerzo y que la respiración se vuelve suave, “entonces la inteligencia va penetrando hacia el núcleo del ser” (p. 233).

Cuando esto sucede las asanas descongestionan el sistema nervioso, la energía fluye para la preparación del pranayama. Cuando tiene lugar esta cooperación de los músculos, los sentidos, la respiración, la mente, la inteligencia del corazón y logramos tocar la esencia del ser, se llega a un estado de puro gozo (sukham) en las posturas.
Iyengar, B.K.S. 2003. Luz sobre los Yoga Sutras de Patanjali. Barcelona. Kairós.